Oliver Stone es el primer director norteamericano en enfrentarse al 11 de septiembre de 2001 en un largometraje. La película “United 93” recoge admirablemente este día trágico a bordo del avión que se estrelló en Pensilvania, pero el horror máximo y todavía inabarcable de aquella jornada se vivió alrededor de las torres gemelas de la ciudad de Nueva York.
Desde su cortometraje “Last year in Vietnam” (“El año pasado en Vietnam”) de 1971, Oliver Stone viene agitando la conciencia moral de América y haciendo mirar a su país a los rincones oscuros que preferiría barrer bajo la alfombra. Nacido en 1946, el 15 de septiembre en Nueva York, Oliver W. Stone se ha caracterizado como cineasta y activista por atacar directamente los asuntos más comprometidos en su país y en el resto del planeta. Ni sus películas menos políticas, como “The doors” (1991), “Asesinos natos” (1994) o “Giro al infierno” (“U-turn”, 1997) quedan libres de una lectura controvertida socialmente.
Su largometraje “Platoon” fue de los primeros en romper el enorme tabú existente con la guerra de Vietnam y en analizarlo. Siguió los pasos del “Apocalipsis now” de Fracis Ford Coppola (1979) pero sin los desvaríos abstractos de este director: concretó los dolores de la guerra en el joven marine protagonista (Charlie Sheen) y mostró a EEUU la cara de la guerra que no quería ver, las matanzas de víctimas vietnamitas inocentes huyendo de sus casas de paja mientras éstas eran incendiadas. “Platoon” le reportó su primer Oscar como mejor director, pero lo condenó a tener que luchar continuamente contra la etiqueta de antipatriótico que se le colgó. Durante aquel momento gobernaba Estados Unidos Ronald Reagan, representante del partido republicano y uno de los objetivos principales de Stone.
De algún modo, el cineasta está inmerso en una cruzada para destapar las crueldades de su país. Richard Nixon fue protagonista de una de sus mejores películas, “Nixon” (1995), que analizaba no sólo los escándalos de política interna del caso Watergate sino también las veleidades del gobierno americano con regímenes dictatoriales como el de Pinochet en Chile. Hasta en “Alejandro” puede entreverse su poderoso mensaje antiimperialista. En el extremo opuesto podría mostrarse el elogio documental del dictador Fidel Castro que Stone dibujó en “Comandante”, del año 2003, tras centenares de horas de entrevistas con el líder de la revolución cubana.
Latinoamérica ha estado presente en el trabajo de Stone desde los años 80: “Salvador” (1986) fue la primera película del cineasta que podríamos clasificar como trabajo de autor, después de dirigir el filme de terror “La mano” en 1981. El protagonista de “Salvador” podría fácilmente ser un alterego de Stone: basado en una historia real, co-escrito por el director junto a su protagonista, el filme narra las dificultades de un periodista norteamericano (Richard Boyle, interpretado por James Wood) por documentar la realidad del país durante la dictadura, apoyada por Estados Unidos y duramente respondida por las guerrillas.
Ese mismo año estrenó “Platoon”, película mítica tanto por su calidad como filme bélico como por la airadísima respuesta que obtuvo desde las tribunas más conservadoras de América. El año siguiente Stone atacaría al ‘sistema’ donde más le duele: “Wall Street”, demoledora crítica del sistema capitalista, proporcionó todos los premios posibles a Michael Douglas por su descarnada interpretación de un tiburón bursátil. El drama “Talk radio”, que emprendió al año siguiente, insistía en criticar una globalización que todavía no había sido calificada como tal. No llegó al gran público pero en 1989 se consagraría como un director fundamental en el panorama internacional: “Nacido el 4 de Julio” limaba los sinsabores que “Platoon” había creado, pues al otorgar todos los honores al combatiente más humilde de Vietnam se reconciliaba con la bandera de su país mientras insistía en la crítica a los responsables de esta guerra sin sentido.
“World Trade Center” insiste en este homenaje a las personas menos poderosas, las que arriesgan su vida por una causa, lo que no impide que el director afile su pluma cinematográfica contra los más poderosos, haciendo hincapié en que los policías que se adentraron en las Torres no viven relajadamente en la Casa Blanca.
Desde su cortometraje “Last year in Vietnam” (“El año pasado en Vietnam”) de 1971, Oliver Stone viene agitando la conciencia moral de América y haciendo mirar a su país a los rincones oscuros que preferiría barrer bajo la alfombra. Nacido en 1946, el 15 de septiembre en Nueva York, Oliver W. Stone se ha caracterizado como cineasta y activista por atacar directamente los asuntos más comprometidos en su país y en el resto del planeta. Ni sus películas menos políticas, como “The doors” (1991), “Asesinos natos” (1994) o “Giro al infierno” (“U-turn”, 1997) quedan libres de una lectura controvertida socialmente.
Su largometraje “Platoon” fue de los primeros en romper el enorme tabú existente con la guerra de Vietnam y en analizarlo. Siguió los pasos del “Apocalipsis now” de Fracis Ford Coppola (1979) pero sin los desvaríos abstractos de este director: concretó los dolores de la guerra en el joven marine protagonista (Charlie Sheen) y mostró a EEUU la cara de la guerra que no quería ver, las matanzas de víctimas vietnamitas inocentes huyendo de sus casas de paja mientras éstas eran incendiadas. “Platoon” le reportó su primer Oscar como mejor director, pero lo condenó a tener que luchar continuamente contra la etiqueta de antipatriótico que se le colgó. Durante aquel momento gobernaba Estados Unidos Ronald Reagan, representante del partido republicano y uno de los objetivos principales de Stone.
De algún modo, el cineasta está inmerso en una cruzada para destapar las crueldades de su país. Richard Nixon fue protagonista de una de sus mejores películas, “Nixon” (1995), que analizaba no sólo los escándalos de política interna del caso Watergate sino también las veleidades del gobierno americano con regímenes dictatoriales como el de Pinochet en Chile. Hasta en “Alejandro” puede entreverse su poderoso mensaje antiimperialista. En el extremo opuesto podría mostrarse el elogio documental del dictador Fidel Castro que Stone dibujó en “Comandante”, del año 2003, tras centenares de horas de entrevistas con el líder de la revolución cubana.
Latinoamérica ha estado presente en el trabajo de Stone desde los años 80: “Salvador” (1986) fue la primera película del cineasta que podríamos clasificar como trabajo de autor, después de dirigir el filme de terror “La mano” en 1981. El protagonista de “Salvador” podría fácilmente ser un alterego de Stone: basado en una historia real, co-escrito por el director junto a su protagonista, el filme narra las dificultades de un periodista norteamericano (Richard Boyle, interpretado por James Wood) por documentar la realidad del país durante la dictadura, apoyada por Estados Unidos y duramente respondida por las guerrillas.
Ese mismo año estrenó “Platoon”, película mítica tanto por su calidad como filme bélico como por la airadísima respuesta que obtuvo desde las tribunas más conservadoras de América. El año siguiente Stone atacaría al ‘sistema’ donde más le duele: “Wall Street”, demoledora crítica del sistema capitalista, proporcionó todos los premios posibles a Michael Douglas por su descarnada interpretación de un tiburón bursátil. El drama “Talk radio”, que emprendió al año siguiente, insistía en criticar una globalización que todavía no había sido calificada como tal. No llegó al gran público pero en 1989 se consagraría como un director fundamental en el panorama internacional: “Nacido el 4 de Julio” limaba los sinsabores que “Platoon” había creado, pues al otorgar todos los honores al combatiente más humilde de Vietnam se reconciliaba con la bandera de su país mientras insistía en la crítica a los responsables de esta guerra sin sentido.
“World Trade Center” insiste en este homenaje a las personas menos poderosas, las que arriesgan su vida por una causa, lo que no impide que el director afile su pluma cinematográfica contra los más poderosos, haciendo hincapié en que los policías que se adentraron en las Torres no viven relajadamente en la Casa Blanca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario